Las mujeres en las religiones monoteístas
Las religiones son uno de los últimos, más resistentes e influyentes bastiones legitimadores del patriarcado en las diferentes sociedades del planeta. Y dentro de ellas las corrientes fundamentalistas son las más beligerantes defensoras del protagonismo de la masculinidad hegemónica. Pero no solo ellas. El patriarcado está instalado en las cúpulas de las religiones y en las propias legislaciones religiosas. Se trata de un fenómeno de especial significación y relevancia al que el pensamiento feminista y los estudios de género no pueden ser ajenos. Cada vez hay más investigaciones que analizan y cuestionan la raíz androcéntrica del patriarcado religioso por las repercusiones negativas que afectan a diferentes ámbitos.
a) El primero es el de las propias religiones que siguen ejerciendo una gran influencia en la conformación de la conciencia de no pocas personas, grupos humanos y sociedades enteras. Tres cuartas partes de la humanidad están vinculadas, de una u otra forma, a diferentes sistemas de creencias que predican mensajes androcéntricos, exigen creer en doctrinas elaboradas solo por varones, justifican comportamientos machistas, legitiman prácticas patriarcales, fomentan actitudes misóginas, incitan a la violencia contra las mujeres y proclaman textos discriminatorios contra ellas.
b) El segundo ámbito es su influencia perniciosa en la esfera social y política sobre todo en los países de religión única o privilegiada, ya que se identifican los códigos morales religiosos, la mayoría de las veces represiva contra las mujeres y permisiva con los varones, con la moral cívica,. Pero influyen también en no pocos países no confesionales –en España, especialmente-, cuyos legisladores, gobernantes y jueces son rehenes de la religión dominante. En definitiva, el patriarcado religioso legitima, refuerza y prolonga el patriarcado social y político en todas las esferas de la vida, empezando por el lenguaje, siguiendo por la familia, las relaciones humanas, la legislación, etc. y llegando hasta la vida cotidiana.