El objetivo del proyecto es entender el comportamiento de las personas a nivel individual, sobre todo cuando están conectadas por nuevas tecnologías como los teléfonos móviles o las redes sociales. Para ello, este grupo de científicos está preparando experimentos en los que van a plantear de forma simultánea a miles de personas determinados problemas de cooperación, dilemas sociales y juegos económicos para intentar descifrar los patrones ocultos tras sus decisiones.
Con esta información, los investigadores después podrían crear un simulador de comportamiento humano, una tecnología que proporcionaría una base para simulaciones socioeconómicas que cambiarían radicalmente muchos campos, desde la robótica a la economía, con impactos tecnológicos y sociales como la formulación de políticas y toma de decisiones en cuestiones sociales urgentes.
“La mayor dificultad es diseñar un protocolo experimental nuevo que permita controlar que todos los participantes del experimento están disponibles a la vez e interactúen realmente, porque no los estás viendo en un laboratorio”, indican los investigadores, que están acostumbrados a realizar este tipo de experimentos en laboratorios donde trabajan con grupos de unas 50 ó 60 personas, cuando en este caso hablamos de más de 1000 participantes.